
Así de tajantes se muestran Isidre Fainé y Robert Tornabell en su libro "Pasión por la Banca" (Deusto, 2005). La banca del futuro ya está entre nosotros. Transcribo literalmente una de sus frases: "Un banco se diferenciará de otro por la calidad de sus servicios. Y ésta, evidentemente, depende de la actitud de sus empleados".
Se refieren los autores a la homogeneización de los productos bancarios. ¿Cómo es posible entonces la diferenciación para las diferentes entidades financieras? El capital humano. Volvemos a lo del anterior artículo, si no podemos ofrecer grandes tipos de interés tendremos que recurrir a luchar por situarnos en un lugar privilegiado de la mente de nuestros clientes a través de una imagen corporativa agradable, cercana, a prestar los mejores servicios. Centraremos nuestros esfuerzos en reclutar y formar a los mejores empleados.
Concretamente los autores establecen cuatro pilares básicos para sustentar la posición dominante de un banco. En primer lugar unos recursos humanos adecuados y unos medios tecnológicos avanzados, seguidos de unos capitales propios suficientes para no sobrepasar los niveles de riesgo y finalmente contar con los mejores directores en los distintos departamentos de su organigrama.
Vivimos en estos meses momentos de cambio en el sector financiero. La banca del futuro no existe porque ya está aquí.
Ni Nueva York, ni Londres, ni Madrid, la ciudad que los ricos del mundo
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